Hace días que doy vueltas al tema de los “hermanos”. Yo tengo uno, que tiene 16 años, y al que adoro profundamente.
Este hermano acaba de finalizar 2º de bachillerato y este verano se va a EUA porque ha decidido hacer la carrera universitaria allí. No hace falta decir que esto me rompe literalmente el corazón porque se va a kilómetros y kilómetros de distancia y, sinceramente, no sé qué voy a hacer aquí sin él.
Este viernes pasado fue su graduación en la escuela. Fue todo tan bonito… no es que yo sea una súper fan de las graduaciones, yo diría más bien lo contrario, porque creo que las disfrazan de mucho protocolo cuando, a mi entender, deberían ser una celebración mucho más sencilla y mucho más… sentida, pero reconozco que la del viernes me llegó al corazón. ¡Me sentí tan y tan orgullosa! Ver como tu hermano, pequeño, acaba su etapa escolar es emotivo… y también un poquito triste. Emotivo porque tú has visto todo lo que ha hecho para llegar hasta ahí, cómo ha ido superando con éxito diferentes retos, y ves cómo ahora se le abre otro mundo diferente, el mundo de los adultos, de alguna manera. Y triste… triste porque a mí les cambios siempre me han costado un poquito y, aunque me enorgullece muchíiiiiiiisimo verlo aquí, esto también significa que lo que había hasta ahora se ha acabado y que, en el fondo, tu hermano pequeño ya no es tan pequeño.
Total, que entre la graduación del viernes y saber que dentro de nada se va, últimamente estoy especialmente sensible al tema “hermanos”, y este fin de semana pensaba qué echaría de menos cuando se fuera pero, intentando darle la vuelta y no verlo todo tan triste, he decidido pensar qué me encanta de él y de las cosas que hacemos juntos. Estas son algunas de las cosas que me han venido a la cabeza y me ha apetecido compartirlas…
– me encanta cuando estamos los dos tirados en el sofá y miramos series (Friends, Lost, How I met your mother… ¡cualquiera sirve!)
– me encanta cuando vamos juntos al gimnasio
– me encanta cuando los dos queremos sentarnos en el mismo sitio a la hora de comer o cuando los dos queremos ir de co-pilotos en el coche y nos “peleamos” por conseguirlo
– ¡me encanta cuando me lo encuentro admirándose delante del espejo!
– me encanta cuando los dos vamos a comprar ropa para él (porque lo que es acompañarme a comprar ropa para mí…¡eso no lo hace ni en broma!)
– me encanta cuando nos coge la tontería y lloramos de risa por auténticas chorradas
– me encantaba, cuando vivía en casa, como por las noches, cuando se suponía que ya estábamos durmiendo, empezábamos a darnos golpes por la pared
– me encanta ir a verlo a los partidos de básquet (aunque, lo reconozco, voy poco… pero es que ¡algunas horas y lugares son mortales!) y animarlo a grito pelao
– me encanta cuando, mientras comemos todos juntos, él y Ricard (mi pareja) empiezan a reírse de mí y yo, aunque intente parecer ofendida, no puedo parar de reír con ellos
– me encanta cuando hacemos escapaditas de cinco días en vacaciones de verano y Navidad los cuatro juntos
… Me encantan 20.000 situaciones cotidianas más que echaré muchísimo de menos porque en el fondo, lo que me encanta es él. Pero intentaremos ver el lado positivo de la situación que es que, durante los próximos cuatro años, tendré la excusa perfecta para viajar a EUA!
Loviu bro! 😉
Noche Vieja de 2005, en Marrakech |
Curso de pintura en Amalurra, julio 2011 |
Después de haber jugado un gran partido de baloncesto, junio 2012 |
El día de su graduación |
Val.