Como seguro que se habrá notado por el poco movimiento que hay en el blog, últimamente me cuesta sentarme delante del ordenador a escribir. No sé si es el calor, las ganas de estar en la calle en una terraza con los amigos (por la noche, por supuesto, antes, imposible!), la ñoña esa que entra en verano después de comer y que no te deja levantar del sofá o quizás una mezcla de todo pero, sea como sea, últimamente me cuesta. El caso es que hoy tenía ganas de explicar lo que hice el viernes pasado (voy un poco retrasada, lo sé) y no he querido dejar escapar la ocasión.
Pues resulta que somos un grupito de amigas que queríamos despedirnos antes de desperdigarnos hacia nuestros destinos estivales. Habíamos quedado para comer pero nos apetecía algo diferente así que, aprovechando que eran las fiestas del barrio y a propuesta de una de ellas (gracias, Lidia!), nos apuntamos a una visita guiada por el Raval.
Me gusta mucho el Raval, yo creo que es un barrio con vida propia y una identidad muy especial. Me encanta pasear y observar la mezcla de personas, procedencias, estilos y culturas: estudiantes, gente joven, personas mayores del barrio de toda la vida, marroquíes, paquistaníes, skaters, turistas… La diversidad es lo que lo identifica y es precisamente de esa diversidad de donde, a mi parecer, nace su encanto.
Pero volviendo a la visita, fue genial. Genial. El guía era Emili, un historiador con un conocimiento y una inquietud de saber infinitos. Nos llevó por rincones del Raval que no habíamos visitado nunca, nos hacía fijar en pequeños detalles que suelen pasar desapercibidos cuando paseas, nos explicó qué había tras cada edificio (bueno, cada, cada, no… pero de muchos!), qué historias se esconden y lo cierto es que resultaba mágico. Tengo que reconocer que yo soy muy mala para eso de retener la información histórica pero mientras duró la visita disfruté tanto escuchándolo y descubriendo el barrio desde otra perspectiva que lo de menos es si ahora recuerdo en qué fecha derruyeron tal o cual edificio.
Y la guinda del pastel fue cuando, después de la visita, fuimos con Emili a tomar una cerveza como agradecimiento al buen rato que nos había hecho pasar y nos ofreció hacernos otra, pero esta vez específicamente sobre arte urbano. Debo decir que mi ignorancia en este ámbito es descomunal pero os aseguro que estoy emocionadísima con la idea!
Si os interesa el tema, estas visitas guiadas las organiza el CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, http://www.cccb.org/ca/), también a lo largo del año (no solo durante las fiestas) por un precio de 5€ en diferentes zonas de la ciudad. Si necesitáis más información, podéis contactar con los servicios educativos del CCCB a partir del 1 de septiembre ( t. 93 306 41 35).
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