Aquí estamos en Antibes, una ciudad costanera, a 15 minutos de Grasse. Ahí nos encontramos con Sergio & Simona, dos amigos que viven en Italia y que estaban volviendo a casa después de pasar sus vacaciones en España. Antibes es bastante más grande que Grasse y es bonita también de pasear, aunque no entraría en mis favoritos de esa zona.
El paisaje que nos encontrábamos cada día mientras conducíamos por la carretera. Hectáreas y hectáreas de viñedos. Todo verde. Tan bonito… No me cansaba de contemplarlo.
Esta foto es de Château Margüi, un château de la denominación Coteaux Varois en Provence, que nos recomendaron Thierry & Sylvie. Fuimos a visitarlos y nos enamoramos de su rosado. La finca que tienen es preciosa y el trato con los clientes, cordial, atento y afable. Des de 2008 todos sus vinos siguen un proceso de vinificación natural, cumpliendo con los criterios más estrictos de la agricultura biológica lo cual para mí es un plus importante. De los château que fuimos a visitar este fue, sin duda, el que más me gustó.
Esta fotografía la tomamos cuando salimos de Correns, el primer pueblo biológico de Francia. Es un pueblo muy pequeñito que se dedica a la producción de vino, aceite de oliva, miel y cosas hechas a mano. Más del 95% de los agricultores que producen en esa zona lo hacen con agricultura ecológica e incluso en el colegio los niños comen comida ecológica. En la foto íbamos camino de Château Margüi y, siguiendo las indicaciones de Sylvie, nos metimos con el coche por un caminito secundario. De repente, a nuestra izquierda apareció este paisaje, que seguía y seguía durante cientos de metros. Paramos el coche y bajamos a mojarnos los pies. Era una delicia. Estábamos en medio de la paz y tranquilidad más absoluta en un paraje realmente bello.
Estas tres fotografías de arriba corresponden a lo que seguramente sea uno de los momentos más especiales del viaje. Fue la mañana que Thierry nos llevó a pescar con su amigo David a un lago de las Gorges du Verdon. Tomarnos esta taza de café bien calentita a las 7.30 am, cuando estábamos muertos de sueño y heladitos de frío (hasta que no salió el sol Rícard y yo lo pasamos mal porque, claramente, no llevábamos la ropa adecuada para ir a pescar) supo a gloria, y el desayuno posterior, a eso de las 9.30 am, con embutido, quesos variados, pan recién hecho y una copa de rosé, increíble. Una experiencia muy difícil de olvidar.
Comiendo en Lourmarin, un pueblecito de la zona del Luberon, más que recomendable. Está lleno de tiendecitas con manteles de hilo, joyas hechas a mano, velas perfumadas, objetos para la casa de hierro forjado… es todo lo que te imaginas cuando piensas en La Provenza.
Y estas dos últimas fotos son de la mañana que Thierry nos llevó a conocer las bodegas Cantarelle, propiedad de un amigo suyo. Nos llevaron de paseo con su 4×4 por todos los viñedos, explicándonos y enseñándonos las diferentes variedades de uva y el proceso de elaboración del vino. Fue una experiencia muy especial también, que difícilmente habríamos vivido de no ser por Thierry y Sylvie. La verdad es que, como dije en el anterior post de La Provenza, conocerlos fue un regalo, y nos cuidaron y mimaron como nadie.
Y hasta aquí. Aprovecho también para decir que durante las próximas casi 2 semanas este blog estará muy silencioso porque mañana nos vamos unos días a EUA, con mi hermano, a celebrar que cumple 18 años!! Así que nos vemos a la vuelta, que vaya muy bien hasta entonces!!
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