Creo que fue en agosto cuando recibí el correo. Lo leí y después de volverlo a leer detenidamente con emoción contenida, asegurándome que lo entendía bien, me puse a dar saltos por el salón. La panadería Santagloria me acababa de invitar a un taller de repostería.
A parte de la alegría que da que te inviten a algo (o que te toque un premio en un sorteo), me puse especialmente contenta porque ya estaba en mi lista mental de pendientes hacer un taller con ellos. Supe de su existencia cuando hice el post sobre los cronuts, y me pareció una manera divertida de pasar la tarde y aprender algo nuevo (más entretenido que cuando experimento sola en la cocina) así que quedó apuntado.
Me puse a mirar los distintos talleres que ofrecían y vi claro cuál quería hacer: cake pops. Hacía tiempo que tenía curiosidad por saber cómo se hacían y cómo sabían esas bolitas de aspecto tan cuco.
Después de varios intercambios de mails y fechas, el taller se hizo a finales de noviembre, hace dos semanas. Fui con Lidia, una amiga que siempre está dispuesta a pasar un buen rato, aprender cosas nuevas y reír. Lo mejor es que su risa y actitud son contagiosas así que no es posible estar con ella y no acabar contenta. Simplemente no lo es.
Cuando llegamos al taller ella estaba expectante y yo, un poco nerviosa (no es novedad que los ambientes y gentes desconocidos no son mi punto fuerte) pero la tarde transcurrió muy agradablemente y casi sin darnos cuenta.
Empezamos con una macro magdalena y un zumo, gentileza de Santagloria, y esto siempre te predispone bien 🙂 La chica que dio el taller (Belén? Soy negada para recordar nombres y es horrible, lo sé, lo siento) nos estuvo explicando y enseñando con toda la paciencia del mundo los diferentes pasos para hacerlos (no tiene mucha complicación, creo que podría atreverme sola en casa) y después vino la parte realmente divertida y creativa: decorarlos.
Con una variedad de toppings súuuper amplia a nuestra disposición, pudimos decorarlos a nuestras anchas. Mi imaginación es más bien limitada así que al principio me atrapé un poco, sobre todo a medida que iba viendo las auténticas virguerías que hacían algunas personas. Había apuestas más elegantes, otras con un punto clásico, graciosas, muy elaboradas, y totalmente creativas (las de Lidia entraban en esa categoría). Como cada una podía decorar 6 cake pops diferentes, pudimos ir probando diferentes estilos. Yo creo que me solté a partir del tercero, que ya me dio igual si quedaban perfectos o no, y empecé a potinear con todos los toppings y a hacer mezclas un tanto… peculiares?
Las dos horas que duró el taller (de 18.30h a 20.30h) pasaron volando, señal que nos divertimos. Nos fuimos de allí con el resultado de nuestro trabajo en una cajita, bien orgullosas, para poder enseñarlo en casa. Rícard y yo nos comimos los cuatro que había apartado para nosotros esa misma noche, como quien no quiere la cosa. Los otros dos desaparecieron al día siguiente, cuando se los di a mi madre y hermano.
El reto ahora estará en hacerlos yo sola y que salgan igual de bien…
Si te apetece aprender a hacerlos, o quieres ver qué otros talleres hacen y cuál es el calendario, puedes hacerlo clicando aquí, en su web.
Muchas gracias Santagloria por invitarnos a este taller y dejarnos disfrutar de una tarde divertida y diferente!
(primera imagen vía Food’n Drink Recipes)
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