Yo me pongo a lo mío. Algunos ratos, con la lija, sin guantes, aunque sé que debería ponérmelos, pero me encanta el tacto que va adquiriendo la madera mientras la trabajo. Suave, delicada. Pronto mis dedos y mis manos se vuelven de color desierto por el polvo, pero no me importa lo más mínimo. Lijar es casi terapéutico, te permite no pensar en nada; el movimiento de tu mano de arriba a abajo mientras ves cómo cambia el color de la madera te absorbe, te vacía la mente. Otros días toca decapar, aquí con más intención y fuerza que con la lija, para borrar el color que cubre el mueble y descubrir su esencia, su estado original. Otros, pintar o barnizar… cada etapa tiene su punto y atracción.
Esto es lo que vengo haciendo yo los martes desde hace unos cuantos. El responsable de todo el sarao es David, amo y señor de valnot, tienda de muebles vintage, muebles restaurados y taller. A David le gusta viajar y, cuando lo hace, trae bártulos y utensilios que posteriormente trabaja y los pone en su tienda que se ha ido convirtiendo en un pequeño expositor de diferentes estilos y épocas. También trabaja por encargo de modo que le puedes traer el escritorio que pertenecía a tu abuela y que te encantaría tener en tu habitación para que lo recupere. O, si no te convence ninguna de las dos opciones, siempre puedes ir una tarde a la semana y aprender en su taller, entre risas y conversaciones, mientras tú mismo (bajo sus indicaciones y supervisión) restauras tu propio mueble.
Hacía tiempo que quería probar la restauración y no me animaba con ningún curso. Una tarde de paseo descubrí a David y a su taller, y fue una gran alegría, pues era justamente lo que andaba buscando: un espacio pequeño (solo se permiten dos alumnos por día), donde pudiera aprender sin miedo y sin prisas, a mi ritmo, y con un mueble que después pudiera llevarme a casa.
Em quedaré per aquí per seguir llegint! :) un petonet
Serà un plaer perdre-s'hi una estoneta! Gràcies per fer-ne difusió!