…levantarse un sábado a las 8 de la mañana y bajar a esa playa; la playa que te ha visto jugar y pasar de ser una niña a una adolescente, y a la que hacía más de 10 años que no volvías.
empezar a andar por la arena mientras el sol, todavía tenue, acaricia todo tu cuerpo y la agua del mar, fría pero revitalizante, envuelve tus pies. no cruzarse prácticamente con nadie; tan solo un par de hombres cada 300m que colocan las sombrillas para cuando la playa esté a pleno rendimiento y algún otro solitario como tú que te saluda con la cabeza y te sonríe a tu paso por su lado.
sentir cómo las memorias y los recuerdos van viniendo a tu cabeza mientras sigues caminando, como si los vieras delante de ti: los partidos de palas con el papa, los castillos de arena, primero con el yayo, y después con Albert, los paseos como este con la yaya y la mama, recogiendo conchas, como estás haciendo ahora, para después acumularlas en algún jarrón en casa.
echarlos de menos. sentarse en la arena, ya de vuelta, mirar la inmensidad del mar y su serenidad y sentirse pequeña. dejar que el cuerpo absorba cada uno de estos momentos revividos. notar como una parte interna tuya se recompone, está más completa. levantarse para ir a comprar unas palmeras de chocolate, su desayuno favorito. saber que este es el primero de muchos paseos. volver a casa para despertarlo suavemente y sonreír porque tienes todo el día por delante.
pd. este es el segundo post de una serie que decidí empezar hace un tiempo, “la felicidad es…”. me hubiera gustado no haber dejado pasar tanto tiempo entre uno y otro pero a veces las cosas van así. si quieres leer el primer post de esta serie, puedes hacerlo aquí. y si te apetece dejar en los comentarios qué es la felicidad para ti, estaré encantada de leerlo 🙂 que tengas una buena semana! ***
Un besote guapísima!