volver a escuchar una playlist que creaste hace tiempo y recordar lo mucho que te gusta; ver tu reflejo en el espejo y, en lugar de apartar la mirada rápidamente, mirarte con ojos amables y que se te vaya esbozando una sonrisa progresivamente; lavar la verdura bajo el chorro de agua fría y que los restos de tierra se escurran entre los dedos; cortar la verdura con ternura a trocitos muy pequeños en la tabla de madera; comerte un plato que has cocinado tú con mucho cariño; quedarte observando cómo se va consumiendo lentamente un papel de Armenia y, a medida que se extingue, percibir cómo su olor suave, delicado y algo dulzón envuelve toda la habitación; emocionarte con una canción cada vez que la escuchas por la fuerza que te transmite, aunque no entiendas toda la letra; utilizar las manos para mezclar en un cuenco los ingredientes de un pastel y notar las diferentes texturas en las yemas de los dedos; el olor a canela; hacer un pastel por primera vez con un punto de nerviosismo y, aunque sabes que el resultado no ha salido perfecto, sentirte orgullosa de ti misma; regar las plantas con mimo y dedicarles palabras de cariño mentalmente; la brisa de aire fresquito que corre a primera hora de la mañana cuando abres todas las ventanas de casa; recibir un paquete sorpresa de una amiga que tiene un proyecto al que le dedica muchas horas y muchísimo cariño, y sentir todo ese cariño cuando lo abres; los juegos de luces y sombras reflejados en una pared; invitar a una amiga a tu casa a desayunar; que esta amiga se presente con una planta para ti cuando no había ninguna necesidad de traer nada; acordarte de ella cada vez que veas esa planta y la riegues; una ducha de 5 minutos con el agua fresquita y las luces apagadas antes de acostarte; leer un libro que no puedes parar de subrayar; que una losa que te pesaba mucho en el pecho desde hace 14 años un día, de repente, caiga y se desvanezca; entenderte un poquito más; apreciarte mucho más; darte cuenta de que no hace falta que te entiendas en todo, solamente que te aprecies y te quieras por lo que eres; un ramo de margaritas violetas en un jarrón encima de la mesa; lavarte los dientes con un cepillo con mango de madera; el olor de la ropa recién lavada, al tenderla; ignorar los horarios y convenciones e irte un domingo a nadar a las 3pm de la tarde sin haber comido aún; entrar en la piscina y sentir cómo, mientras nadas, el resto del mundo se desvanece; que haya tantas cosas que quieres hacer, descubrir y aprender, que te falte tiempo para hacerlas todas.
la felicidad son tantas cosas! y últimamente estoy apreciando y disfrutando mucho de las más cotidianas, las que tenemos cada día a nuestro alcance. gracias, Laura, por recordarme esta sección y decirme lo mucho que te gustaba, escribir el post de hoy me ha permitido revivir cada una de las cosas que salen en él.
pd. hace tres años, en un momento personal un poco difícil, empecé una serie mensual que se llamaba la felicidad es… para que me ayudara a recordar justamente las pequeñas cosas del día a día que me provocaban una sonrisa. ahora hacía casi un año que no la escribía y, aunque no sé si volveré a hacerla mes a mes, ha sido bonito volver a reproducirla. si te apetece leer más posts de esta serie puedes ver alguno aquí o introduciendo en el buscador del blog «la felicidad es» y te saldrán todos
{fotografía de cabecera de Rachel, del blog elephantine}
{fotografía de cabecera de Rachel, del blog elephantine}
Gracias por este post Anna.
PD: Tengo muchos posts pendientes de leer. Los quiero dejar para un rato de calma, de música y velas, pq leerte es siempre un placer.