paisajes vírgenes que se pierden en el horizonte, devorar un libro tras otro, un helado de postre, despertarse con los primeros rayos de sol, correr a primera hora de la mañana por caminos desiertos, desayunar en medio del silencio y la paz más absoluta, escuchar hablar el catalán balear, gente mayor sentada en una silla en el portal de su casa viendo pasar las horas, cenar en la plaza del pueblo, bañarse desnuda en el mar, reflejos dorados en el cabello que se aclara por los rayos de sol, limpiar el coche a mano, los eternos debates con él, recorrer callejuelas peatonales llenas de encanto, que pasen las horas absorta en la lectura de un libro, quedarte dormida sin darte cuenta después de comer, una piña jugosa para compensar el calor de la playa, el mar que se pierde en el horizonte, fachadas de todos los colores, las calles adoquinadas y los postigos de madera, acostarte con total sensación de paz y caer rendida en menos de 2minutos, sentir la despreocupación del reloj y la libertad de las obligaciones, la belleza de la sencillez, paisajes insólitos que aparecen en medio de la nada, conducir por carreteras secundarias, la fuerza de los colores tierra, andar descalza a todas horas, recoger piedras, conchas y caracolas de la orilla del mar, sentir que todo es posible.
la felicidad es…
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Cuando voy a casa me maravillo de lo preciosa que es. Me emociono al oír hablar a mi familia con el artículo salado, poniendo el “pero” al final de las frases, maldiciendo con un “Batua el món” Me empapo de paseos por las calles de mi Palma querida, leyendo las historias de Gaspar Valero sobre ellas y sucumbo a la tentación de alimentarme de una gastronomía auténtica, sin pretensiones y deliciosa (la has probado?).
Para mí esto es la felicidad completa. Un abrazo!