internamente

djurgardsbrunn estocolmo

Cada vez que voy a Barcelona llevo una agenda calculada al milímetro; enlazo plan tras plan y no hay espacio para la espontaneidad ni para el descanso. disfruto de cada encuentro que tengo y organizo la agenda de esta manera para poder estar con todas las personas que quiero, pero me acompaña siempre de fondo esa inquietud de que no puedo acomodarme mucho porque enseguida tendré que irme, de que tengo que estar pendiente del reloj, de que más vale que tenga energía para todo lo que me depara el día.

y esta vez llegué por poco más de 48 horas y con menos energía y salud de la habitual. lo principal era hacer el tratamiento y, aunque me apetecía ver a amistades y hacer planes, internamente sentía fuerte que esta vez no tocaba. y es curioso cómo, a pesar de ir con la agenda muy relajada, siento que estos dos días han cundido muchísimo, que he hecho lo que tenía que hacer.

quedé para merendar con mi abuela y con mi tío y les estuve explicando cómo habían ido las 3 primeras semanas en Suecia mientras les enseñaba fotos. los llevé a Food & Yoga, con quienes trabajo, para que conocieran el espacio (y probaran la tarta de aguacate y lima que hacen, que está riquísima :)) y pude ver, de este modo, a Marta y Pepe y estar un rato con ellos. hice varias gestiones que habían quedado pendientes antes de la mudanza. llevé a arreglar la cámara analógica de mi padre y la dejé en el taller. hablando con Mercedes, mi suegra, me enteré de que el tío-abuelo de rícard estaba en el hospital. fui a verlo el viernes por la mañana y pasé un rato entrañable con él y con Meies, su mujer; acostumbrada a verlos cuando nos reunimos todos para celebraciones, sentí como un privilegio poder tener esa hora solo con ellos. regué todas mis plantas que están ahora en casa de mi madre y las estuve arreglando. disfruté mucho de la compañía de mi madre, de las conversaciones entre trayectos y de los pequeños momentos en el sofá.

la presencia, la sencillez, el tiempo. me sentí relajada y contenta, y mucho más ligera de lo que me he había estado sintiendo en Estocolmo.

a la vez, un runrún me acompañaba de fondo, un malestar que fue aumentando a medida que se acercaba el momento de volver a coger el avión. y el sábado por la mañana, poco antes de partir para el aeropuerto, me di cuenta de lo que había estado haciendo:

quizás he sido ingenua, quizás no he sido consciente o no he querido serlo, quizás ha sido una magnífica actuación de negación de la realidad, quizás un poco de cada… a lo largo de las 3 semanas que llevamos en Estocolmo me he repetido infinitas veces que yo soy como soy, que no pasa nada si no me siento preparada todavía para quedar con personas que no conozco, que no hay ninguna prisa por descubrir la ciudad, por retomar el yoga y la natación, que iré haciendo las cosas en la medida en que yo me sienta fuerte para afrontarlas, que cada uno tiene su ritmo y que no tiene ningún sentido entrar en comparaciones. pero, a la vez que me decía esto, una vocecita suave e insistente me iba repitiendo una y otra vez que debería ser más capaz de hacer las cosas, que debería ser más atrevida, más valiente, que dejara de esconderme y que empezara a actuar conforme a la edad que tengo.

esta segunda voz, que habla bajito pero es dura e implacable, me tambalea y me hace dudar mucho de mí misma, y resulta que ni ella ni yo hemos tenido en cuenta que hace 2 meses que me siento enferma otra vez; que, aunque los síntomas han ido avanzando más lentamente que en otras ocasiones, se han ido haciendo presentes; que el dolor, el cansancio y, sobre todo, el miedo han ido filtrándose en mi día a día, y que esto me apaga, me empequeñece y me asusta. y mi reacción al miedo es siempre el refugio; cerrarme, quedarme en mi cueva hasta que el peligro pase. y pienso que he sido dura conmigo, que un traslado de país ya es estresante de por sí y que, con la enfermedad activa, el reto era doble y muy grande, y que en lugar de machacarme por no estar más enérgica y dinámica y explorando la ciudad, debería haberme dado el espacio, el tiempo y la comprensión que necesito.

en cuanto me doy cuenta de esto, me siento muy aliviada. necesito contárselo a rícard para que él también lo sepa y la comprenda aunque, si lo pienso un poco, creo que él lo intuía mejor que yo.

llegué a Estocolmo muy removida y así seguí gran parte del domingo. a pesar de esto, hay una parte de tranquilidad, de tener más claridad sobre mí y de saber mejor cómo tengo que actuar conmigo. por ahora se trata de descansar, de no forzar, de escucharme y de cuidarme, de dejar que aflore el malestar que hay y de acallar sin contemplaciones cualquier voz interna que no sea amable conmigo. también se trata de confiar en que el tratamiento ayudará a que todo vuelva a su sitio, a que el dolor y el malestar disminuyan y el miedo desaparezca y que, entonces sí, podré salir, explorar y disfrutar plenamente de vivir en Estocolmo. y, aunque de puertas a fuera no ha cambiado nada y mi rutina sigue siendo muy parecida a la de hace unos días, internamente hay una diferencia y noto el bien que esto me hace.

6 Comments

  • Todo llega a su tiempo.

    Un abrazo bonita. :)
  • eso es :) gracias Nasia, un abrazo para ti también!
  • Ana, no es una curiosidad malsana, yo creo que tu intuición así te lo revelará, pero me gustaría saber cuál es exactamente tu enfermedad, si es de índole estrictamente física o somática (es decir, si es anímica ante todo aunque genere consecuencia físicas). Solo eso. Me gustaría comprenderte mejor porque cuando hablas de tu enfermedad siento que es algo trascendente en tu vida. Como ves, estoy leyendo tus entradas hacia atrás..., empecé por la actual y seguidamente pasé a ésta. En cualquier caso, creo que eres una persona con un orden interno más claro que oscuro. Un abrazo.
  • para nada creo que sea una curiosidad malsana, Maria Pilar. se me hacen úlceras en el colon, la enfermedad se llama colitis ulcerosa. es una enfermedad autoinmune y no se sabe qué la genera, y a cada persona le puede cursar de manera muy diferente, en el sentido de la frecuencia y la intensidad de la enfermedad. en periodos de estrés es muy fácil que se desencadene, el estrés y la ansiedad son detonantes muy identificados. yo he tenido recaídas muy grandes y duras y recaídas más fáciles de llevar, como esta, que me permiten funcionar relativamente normal, pero es una enfermedad que desgasta mucho en lo físico (pérdida de peso, de energía, de sangre, dolor abdominal…) y en lo anímico (el dolor, la pérdida de energía hace que todo cueste mucho más, el no verle una salida clara…). en fin, es un proceso y una relación complicadita a ratos pero vamos aprendiendo mucho la una de la otra :) gracias por tu interés. un abrazo grande
    • maria pilar molina calvo
      Gracias por tu respuesta, Ana (por todas). La enfermedad creo que puede hacernos mejores o peores personas, y a ti te ha dado un quilataje de mayor autenticidad como ser humano y, seguramente, me parece, de mayor calidez. Es una opción que esto ocurra y tú la has escogido.... Con lo cual, haces mucho bien, creo. A ti misma, por supuesto, con tu serenidad, pero también a tu entorno cercano y remoto.Es una ganancia que no te va a ser quitada nunca. Un abrazo desde este espacio de las redes que compartimos.
      • drimvic
        muchas gracias por tus palabras y por tu visión acerca de la enfermedad. efectivamente, yo creo que esta enfermedad me ha permitido conocerme mucho mejor, aprender mucho de mí, sanar heridas, soltar cosas… tengo mucho que agradecerle, incluso si a veces me frustra y me rebela, pero para mí ha sido una gran fuente de aprendizaje y una manera de volver a conectar conmigo. un abrazo para ti también y muy feliz año ***

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