las transiciones son duras, por lo menos, para mí lo son. todo es nuevo y desconocido y muchos de los puntos de anclaje, esas cosas que me daban seguridad y tranquilidad, ya no están. y, mientras que me siento profundamente agradecida por tener el privilegio de poder vivir por un tiempo en otra ciudad, con toda la riqueza que esto conlleva, me encuentro tambaleante, un poco más perdida e insegura de lo habitual.
a la vez, los periodos de turbulencias, además de suponer grandes fases de crecimiento y aprendizaje interno, han resultado ser siempre para mí los momentos en que mejor aprecio la belleza, en que no doy nada por sentado o por regalado, en que agudizo mis sentidos y parece que más respeto tengo por los regalos que nos da la vida. estos días encuentro mucho confort en llevar la cámara conmigo e ir capturando todos esos momentos que para mí hablan de belleza y felicidad, de paz. el hecho de encontrarlos y de poderlos retener en la cámara me hace muy feliz, y me apetecía compartir algunos de ellos aquí:
espigas moviéndose al compás del viento y el fru-fru que las acompaña al hacerlo
los paisajes tan bonitos que hay alrededor de la universidad de Estocolmo
los colores del otoño
personas absorbiendo los rayos de sol de una mañana de domingo fría pero soleada, mientras toman cafés y tés frente al canal
plantas, de cualquier forma y tamaño, en un invernadero
un nido pequeño que se sujeta en perfecto equilibrio entre las ramas de un árbol
nuestra primera planta, Fika, en casa y la sombras que dibuja en la pared
4 Comments