…abrir un libro y encontrar unas margaritas prensadas que un día pusiste ahí y te olvidaste de ellas; unas patatas al horno para cenar, cortadas en rodajas finitas, con un pellizco de sal, pimienta negra y orégano, bañadas con un chorrito de aceite; un trapo de lino blanco para secar los platos; exfoliarte el cuerpo por la mañana con un cepillo de madera, antes de meterte en la ducha; lavarte bien la cara antes de acostarte y ponerte una crema que huele a lavanda y geranio; ver cómo empiezan a brotar nuevas hojas de una planta que llevaba más de un año en estado de letargo; los juegos de luces y sombras proyectados en la pared gracias al sol de las 4h de la tarde; el té verde con un poquito de miel a primera hora de la mañana, cuando me siento delante del ordenador; el sonido del agua de la lluvia contra las ventanas mientras tecleas en el ordenador; entrar en la cama al acabar el día; la textura rugosa de un plato de cerámica; moler pimienta negra con el mortero que era de tu abuela; verte reflejada en las palabras de otra persona; trabajar con la luz del día hasta pasadas las 20h de la tarde; incorporar nuevas rutinas, como el lavado lingual, sintiendo que te importas y cuidas tu cuerpo; poder sumergirte en una piscina a mediodía y olvidarte de todo bajo el agua; el gorgoteo que hace la cafetera cuando el café empieza a salir; que alguien se tome el tiempo de escribirte para decirte que le ha gustado mucho tu último post; el plátano que te comes antes de desayunar; volcarte en una tarea sin la presión de pensar en lo que tienes que hacer después; lavar los platos con un jabón que está hecho a partir de ingredientes naturales y que, además, tiene un diseño sencillo y bonito; dedicar el tiempo y la atención que te gusta a los detalles; volver a andar descalza por casa; masajearte la cabeza mientras te la lavas con champú; encontrar a personas con las que compartes valores y visión, con las que te sientes a gusto y el tiempo te pasa muy rápido; salir a hacer recados un sábado por la mañana y darte cuenta de que te conoces ya con las personas de todos los comercios; poder hablar un poquito con cada una, humanizar el trato, sentir que perteneces un poco más; poder hablar horas y horas acerca de lo que piensas con alguien sin miedo a sentirte juzgada; salir a correr un viernes por la noche y tener el Retiro para vosotros solos; que te presten un libro porque está convencida de que te va a encantar; sentir que cada vez eres más coherente contigo misma.
tengo la sensación de que, desde que he vuelto de hacer el Camino de Santiago, mi capacidad para disfrutar de los detalles, de las cosas más pequeñas, ha crecido enormemente, y qué bonito es esto. la mayor parte del tiempo me siento en paz, sorprendida por la gran belleza que tengo a mi alcance. y me apetecía compartir algunas de las cosas que últimamente me hacen feliz, con el deseo de que resuenen contigo, también.
pd. más sobre la felicidad es… aquí & aquí
pd. más sobre la felicidad es… aquí & aquí
4 Comments