mi peor enemiga soy yo. ya lo intuía pero me doy definitivamente cuenta de ello a pocas horas de terminar las vacaciones. llevo todo el día lamentándome sobre tener que volver, rogándole a rícard que nos quedemos un poco más, solo unos días, como si estuviera en sus manos tal decisión.
estoy muy bien aquí, mucho. Menorca ha resultado ser lo que necesitaba sin yo saberlo. con unos días, en su mayoría, más bien nublados y con chaparrones inesperados incluidos, la isla me ha hecho el mayor de los regalos: tiempo y paz. tiempo para leer, leer sin ningún reloj que apremie; tiempo para observar, para sentarme en la sillita del porche de nuestra casa temporal y simplemente mirar a mi alrededor, consiguiendo, con el paso de los días, que la variedad y velocidad de pensamientos que pasan por mi mente disminuyeran mucho; tiempo para sentarnos en ese mismo porche y divagar, divagar sobre política, sobre proyectos, sobre futuro…, sobre cualquier cosa, en realidad, se nos da muy bien eso de crear escenarios imaginarios. aquí parece que el tiempo tiene otro ritmo, uno más pausado, con el que me siento más identificada, y me acompaña una sensación de libertad permanente que va más allá del hecho de ir descalza todo el día y vestida con ropa ligera.
me doy cuenta de que esta sensación de libertad tiene que ver con liberarme de mí misma. me doy cuenta de que lo que más pereza me da de volver es de encontrarme con la Anna de Madrid, esa que siempre va justa a todas partes, a la que le acompaña esa sensación constante de no llegar a todo (o a nada, que para el caso es lo mismo), la que está esforzándose permanentemente y parece que nunca es suficiente, la que necesita ser más rápida, más decidida, tener las ideas más claras, la que siempre está pendiente del reloj… solo de pensar en ella me agoto.
la vía fácil es culpar a la ciudad. ya se sabe, el ritmo de Madrid, su intensidad, su incesante vaivén de gente y su inagotable oferta de todo tipo 24/7 te envuelven y te arrastran hasta que te fundes con ella. una parte de mí siente que eso es así, pero solo una parte, porque yo puedo mantenerme fiel a mi ritmo, a mi velocidad y a mis necesidades esté donde esté, así que supongo que la cuestión es si voy a ser capaz de tomarme las cosas de otra manera. voy a ser capaz de gestionar los temas uno a uno y de no querer hacerlo todo a la vez? voy a ser capaz de centrarme a cada momento en lo que toca y apartar de mi mente todo lo demás? voy a ser capaz de plantearme objetivos realistas para cada día y no pretender que soy una mezcla de superman y hombre bala? voy a ser capaz de respetar mi necesidad de descanso y crear espacio para el recreo y la diversión?
el nuevo curso viene cargado de movimiento y de primeras veces emocionantes que, a la vez, me asustan un poco (mucho) así que el reto no es fácil, ante situaciones desconocidas es cuando más agudizo mi necesidad de control, mi rigidez y la sensación de que se me escapa todo pero, por ahora, con ese extra de optimismo y vitalidad que acompaña al verano y a quien ha disfrutado de lo lindo, pienso que sí, que esta vez sí 🙂
(pensamientos nocturnos anotados en el aeropuerto de Menorca, mientras esperamos nuestro vuelo retrasado que nos llevará de vuelta a la ciudad)
pd. no era así como había pensado volver al blog después del parón del verano pero mientras esperábamos al avión me puse a escribir lo que me estaba dando vueltas desde hacía horas en la cabeza y, como reflejo de mis batallas mentales, mis frustraciones y mis anhelos, me ha apetecido compartirlo. vuelvo otra vez en poquitos días, estoy contenta de estar aquí de nuevo! 🙂
Besitos
Buena suerte para el regreso!
Carolina R.
Aish, perdona el rollo... Espero que esa paz, tranquila y ese sentirte bien contigo misma que te ha dado Menorca te acompañe mucho tiempo.
El primer paso es darte cuenta de lo que haces y de lo que querrías hacer en realidad. EL tiempo y la constancia te ayudarán a vivir con el ritmo con el que te sientas bien. Pero te entiendo.. yo tb acabo de volver de vacaciones y.. me ha vuelto a costar dormir. En vacaciones tardaba unos 5 min en caer en manos de Morfeo... ahora, en Madrid.. me vuelve a costar dormir.. los pensamientos.. no paran en mi cabeza. Si se le pudiera bajar el volumen a los pensamientos... jejeje. Bienvenida