un domingo en Sintra, de paseo, con él, sin las prisas del reloj ni la preocupación de querer verlo todo. 37minutos de tren observando por la ventana cómo va mudando el paisaje. una primera parada en el Palácio Nacional aunque decidimos seguir subiendo hasta la Quinta da Regaleira; solo tendremos tiempo de visitar una cosa y nos han dicho que sus jardines son muy bonitos. nos han dicho bien, tiene unos jardines inmensos, laberintísticos, con teatro, cascada, grutas, invernadero y lo que fue en su momento una pista de tenis. en el invernadero me detengo un buen rato; observarlo, aunque sea a través de sus cristales, me da mucho sosiego; es como una pequeña cápsula donde el tiempo y el movimiento parecen detenerse, pura calma y tranquilidad.
paramos a comer en el Lawrence’s Hotel; anotado en su pizarra como plato del día pone «lasaña» y tengo antojo de ella. entramos y al momento sé que es un acierto: alejado del núcleo de la ciudad, del bullicio y de la multitud, es un remanso de paz. nos sentamos en la terraza, que queda protegida del viento y la intemperie, y tengo la misma sensación que en el invernadero. la comida transcurre pausada; la sopa de pescado está deliciosa y la lasaña… es lasaña :). proseguimos nuestro paseo hacia el centro y paramos en una galería que promete un jardín secreto. entramos y nos tomamos el café en un jardín con el mismo aire nostálgico y decadente que tiñe todo Portugal y que se acentúa aún más, si cabe, con los colores del otoño, a pesar de que el día es muy primaveral.
un paseo por el núcleo de la ciudad, por sus callejuelas de piedra llenas de pendientes y plantas en las puertas, y volvemos para el tren.
seguro que nos hemos perdido cosas pero, de camino a casa, sentada otra vez mirando por la ventana, pienso que no cambiaría absolutamente nada del día de hoy.
buena semana ***
buena semana ***
Me ha encantado tu blog.