baja los peldaños de la escalera de 3 en 3, corriendo. llega tarde y no soporta ser impuntual. oye el silbido del metro a lo lejos pero no sabe si es el suyo. pone los pies en el andén justo para ver cómo las puertas del metro se cierran delante de ella, dejándola fuera.
nota cómo la invade la sensación de rabia. ahora toca esperar. 3minutos y 18segundos, dice la pantalla. resignada se sienta en la punta de uno de los bancos mientras empieza a quitarse la bufanda y el abrigo, haciendo malabarismos para que no caiga el bolso, el móvil, los auriculares y el monedero con el billete de metro, todo en la misma mano. cuando se ha recolocado, su indignación ha disminuido. a decir verdad, acaba de ganar 3minutos y 18segundos para descansar, para resituarse mentalmente y prepararse para su cita; no es que sea nada importante, ha quedado con unas amigas que hace tiempo que no ve para tomar unas tapas y ponerse al día, pero tan a menudo va corriendo de un lugar a otro, empalmando un plan tras otro, que no suele tener los minutos necesarios para cerrar mentalmente un tema y predisponer su cabeza para el siguiente, aunque se trate de reír y conversar relajadamente. está tentada de sacar el móvil y comprobar instagram pero, justo mientras sus dedos empiezan a remover el bolso de forma automática, se detiene; si es sincera, no le apetece conectarse a instagram; ni a instagram ni a nada, tiene la sensación de que la cabeza le va a estallar de información.
mira hacia los lados para distraerse y ve que, a 2 pasos de ella, se ha sentado un señor mayor que lleva un carro de la compra. le recuerda a su abuelo Pepe: mayor, muy mayor, con el poco pelo que le queda blanco grisáceo y un bigote que, seguro, ha conocido épocas más esplendorosas. lleva una boina puesta y un chaleco de lana encima de la camisa. verlo le hace recordar cuando le preguntaba a su abuelo si no tenía frío solo con el chaleco sin mangas y él le respondía con esa cara de esta no sabe lo que dice, con lo calentito que es el chaleco.
mientras lo mira disimuladamente no puede evitar preguntarse si estará solo o si ha ido a hacer la compra para su mujer. en su imaginario decide que la mujer estará en casa, esperando a que llegue, mientras prepara la cena. la ve con un delantal de cuerpo entero, cruzado por detrás, de cuadros finitos y borde rosa. le habrá dado la lista escrita y, con ella, 20000 indicaciones y aclaraciones para que no se equivoque. indicaciones y aclaraciones que repite cada vez pero que forman parte ya de su rutina. él las escucha pacientemente, asintiendo con la cabeza, sin pasarle siquiera por la imaginación recordarle que ya lo sabe, que hace más de 50 años que va a comprar y que conoce perfectamente sus gustos y preferencias. cuando llegue a casa, él irá sacando una a una las cosas del carro y las irá dejando sobre la encimera mientras ella las va colocando. cuando esté todo en su sitio de nuevo, él irá a lavarse las manos mientras ella sirve los platos, y se sentarán en la mesa del comedor a tomarse la sopa y el pollo con ciruelas mientras él le cuenta las anécdotas del supermercado y ella lo escucha con atención y lo mira con ternura.
el silbido del metro acercándose por el túnel la devuelve a la realidad. se levanta despacio y se dirige a las puertas automáticas incapaz de apartar la mirada de él, que permanece sentado en el banco. justo cuando está entrando en el metro, él le devuelve la mirada y le sonríe. con las puertas ya cerrándose y la gente apretándose como puede para que no quede nadie fuera, suspira mientras piensa cuánto por aprender…
el silbido del metro acercándose por el túnel la devuelve a la realidad. se levanta despacio y se dirige a las puertas automáticas incapaz de apartar la mirada de él, que permanece sentado en el banco. justo cuando está entrando en el metro, él le devuelve la mirada y le sonríe. con las puertas ya cerrándose y la gente apretándose como puede para que no quede nadie fuera, suspira mientras piensa cuánto por aprender…
este es el segundo post de la serie que empecé el más pasado, titulado #historiasdeunmomento; pequeñas incursiones a cualquier momento del día donde se pueda encontrar un instante de bienestar. si te apetece leer el primer relato puedes hacerlo aquí.
feliz semana! ***
Feliz semana.
Feliz semana bonita;)
Soy nueva en tu blog, entre por mera curiosidad cuando te vi mencionada en un post de Little Haggi, tengo que aceptar que en el instante en que mi vista se posó en tu blog, quedé absolutamente prendada y no tarde más que dos o tres segundos en ponerme a leer una de tus entradas.
Me ha encantado este relato, he podido imaginar el escenario e incluso has despertado una ternura enorme al imaginarme al adulto mayor, de esas personas de las que me gustaría intercambiar una larga conversación.
Me pasaré seguido a leerte.
¡Saludos!
Qué ilusión tu comentario, muchísimas gracias y, bienvenida! :)
Me alegro mucho de que te haya gustado el relato. Un beso!
En la excel·lent línia del primer d'aquesta sèrie. Tens l'habilitat de traslladar-nos a l'estació i fer-nos sentir exactament el que descriu el text, almenys per mi és així. Bravo!!
En la excel·lent línia del primer d'aquesta sèrie. Tens l'habilitat de traslladar-nos a l'estació i fer-nos sentir exactament el que descriu el text, almenys per mi és així. Bravo!!