vale, se acabaron las fiestas, los regalos, los excesos, las comilonas, las reuniones familiares… y empiezan el comer obsesivamente sano (por lo menos hasta que se vaya la culpabilidad), el ir al gimnasio un mínimo de 3 veces por semana y el intentar no gastar un euro hasta dentro de 4 meses como muy pronto, o esta soy solo yo? espero que hayas pasado unas felices fiestas y que afrontes el nuevo año con energía e ilusiones renovadas.
el post de hoy hace tiempo que lo quería escribir pero lo había ido dejando pasar… hasta ahora. sabes esa sensación que tienes cuando estás haciendo una tontería y eres plenamente consciente de ello? eso que dices «vale, voy a hacer una gilipollez pero me apetece hacerla». pues eso fue exactamente lo que hicimos Rícard y yo cuando estuvimos en NY, una gilipollez.
por suerte para nosotros, allí los Starbucks abren a las 6.30 am de modo que, a partir de esa hora, la espera se hizo más llevadera con medio litro de café calentito en el cuerpo porque, déjame decirte, estar de pie, quieto, 2 horas, un 2 de noviembre a las 6h de la mañana en NY no es nada agradable, lo puedo asegurar. de hecho, nos dimos cuenta que la gente iba a hacer cola súper preparada: con sillitas plegables, mantas, juegos de cartas, termos de café… claro, nosotros parecíamos doblemente tontos: por estar haciendo cola un sábado a las 6h y por no haber previsto ni el frío ni la espera.
de todos modos, hay que decir que a partir de las 7 am salió una empleada de la propia pastelería con un carrito de cafés, y fue invitando a todos los que estábamos esperando. y a las 7.30 am volvió a salir con unas pequeñas magdalenas recién salidas del horno, que también nos fue ofreciendo a la vez que nos explicaba cuál era el sabor de ese mes (hacen un único sabor que cambian cada mes y el de noviembre era dulce de leche, yei!!) y nos recordaba que solamente se pueden comprar un máximo de 2 cronuts por persona, así que la espera fue más entretenida, y fue todo un detalle por parte de la pastelería, la verdad.
aunque fue una tontería en mayúsculas levantarse tan pronto y hacer esa cola interminable añadiendo cansancio al cuerpo, fue una experiencia divertida que no me arrepiento para nada de haber hecho, especialmente en el momento que los probé porque estaban riquíiiiisimos, y lo dice una que es muy exigente con los dulces!
pd2. por pura curiosidad (y aburrimiento) pregunté al primero de la cola a qué hora había llegado y su respuesta fue… a las 3 am!!! es de locos o no es de locos? realmente esta ciudad tiene de todo, creo que por esto me gusta tanto 🙂
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