Son las 9.20h de la mañana del sábado. Estamos delante del hotel W de Barcelona. Podría ser más temprano pero es lo que tiene salir conmigo de casa por la mañana, soy lenta.
Algunos rayos de sol se cuelan por entremedio de la masa fina pero firme de nubes que tiñe el cielo de la ciudad. No es un día gris, el cielo es de color blanco. En realidad es bonito. Da un toque etéreo, casi nostálgico, a la ciudad. Noto el calorcito de los rayos de sol en las mejillas y automáticamente mi cuerpo se relaja. Se agradecen, el frío de la moto se me ha metido en el cuerpo.
Empiezo. Suave, sin prisa, quiero disfrutar del recorrido. A mi alrededor, y mientras avanzo, veo hombres mayores jugando a la petanca con pasión; chicos dirigiéndose al mar con la plancha de surf; grupos pequeños improvisando un partido de voleibol en la arena; cuatro valientes atreviéndose a mojarse hasta las rodillas en el mar; chicos patinando; chicos con su skateboard; familias yendo en bici; personas paseando al perro; un hombre sentado en las rocas, con la caña de pescar, mirando contemplativo el mar; parejas cogidas de la mano paseando a ritmo pausado, saboreando la compañía del otro; algunos turistas admirando la playa; chicas haciendo yoga en la arena; camareros empezando a montar las terrazas que al mediodía estarán a rebosar de familias y amigos disfrutando de una comida típicamente mediterránea; basureros eliminando las últimas pruebas que evidencian que ayer fue viernes por la noche; operarios montando un escenario a pie de playa; hombres sentados en una mesita encarada al mar, leyendo el periódico mientras se toman un café con leche y fuman un pitillo; amigas de 45 y 50 años, con look sporty, andando a paso ligero mientras se ponen al día de sus respectivas vidas Y después, otros tantos como yo: gente que corre. Los hay que entrenan duro, a una velocidad difícil de alcanzar; otros que aprovechan para hablar con el compañero/a mientras ejercitan; e incluso hay alguna mujer corriendo con un cochecito delante!
Pero nada de eso importa ahora. Paso entre ellos, me cruzo con ellos. Los veo pero no los miro. Lo único que importa en este momento es mi cuerpo, mi respiración y el mar.
Empezando así el sábado el fin de semana solo puede ser bueno.
Feliz semana
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