una mañana soleada de entre semana que pasa rápido, ajena al reloj. en un entorno tranquilo, alejado del ajetreo de Barcelona. una casa real, vivida, sin excesos. y un taller que es un pequeño oasis: luz a raudales, calidez, color, tejidos, hilos, tijeras, revistas, papeles… un espacio con personalidad, su personalidad. un lugar que almacena historias contadas e historias por contar, que reúne recuerdos a la vez que nuevos proyectos, que contiene piezas separadas que ella hilvanará creando un relato… un espacio lleno de vida.
y ella. una mujer honesta, sin florituras ni artificios, dulce, pausada y reflexiva, tal como muestran sus piezas. hacía tiempo que tenía ganas de conocerla en persona. primero di con sus productos, que me gustaron justamente por eso: por no tener estridencias, por estar hechos con tejidos fuertes, de calidad. su belleza radica precisamente en su naturalidad. y luego la leí y ahí ya me atrapó. sus historias en el blog, momentos cotidianos capturados en sus fotografías, reflexiones personales … reflejos de su vida contados con honestidad, sin guarniciones ni bonitismos, y ahí ya me quedé.
aproveché la oportunidad de conocerla en persona y charlar con ella. esto es lo que salió:
su formación inicial no iba encaminada a crear bolsos; Caterina entró con 18 años en el Institut del Teatre para ser actriz. tras finalizar la formación, sin tener tan claro como creía que fuera eso a lo que quería dedicarse, quiso aprender el oficio de modista para poder permanecer en contacto con el mundo del teatro pero desde otra perspectiva, la escenografía. después vino su primer embarazo y, bastante seguido, el segundo. en ese tiempo de actividad más pausada debido a la nueva realidad, Caterina empezó a hacer collares, bolsitas, bolsos y a venderlos a algunas tiendas. fue un camino que empezó solo, por el gusto de trabajar con las manos y por no querer permanecer inactiva. en 2010, y fruto de ese recorrido que se había ido tejiendo sobre la marcha, nacía su primera colección de muchas, con 3 bolsos. la última la estrenó hace apenas unas semanas, tras volver de Formentera para hacer el reportaje fotográfico con Mònica Bedmar, fotógrafa, y Veronica Moar, modelo, como ya viene siendo tradición desde 2013.
cuenta que el proceso de elaboración de sus colecciones parte de los tejidos. es muy importante que la materia prima pertenezca al entorno y sea de calidad. cuando ha dado con el adecuado empieza el proceso de inspiración -muy influenciado por el tejido-, de elaboración de patrones que primero prueba en otra tela similar. solo cuando le gusta el resultado, hace el prototipo con el tejido final, compra todos los adornos y empieza el proceso de cortar y coser, en el que cuenta con la ayuda de Elena, que la acompaña desde hace tiempo. suelen salir unas 300 piezas por colección.
de su andadura con el proyecto, el momento o fase más dura para ella siempre es las semanas anteriores a presentar una nueva colección; es un momento de muchas dudas, de vulnerabilidad, de cansancio, de ganas de gustar y de miedo a no estar a la altura de las expectativas. la fase más gratificante y de mayor alegría es cuando sube, por fin, la colección a la tienda online y todas las dudas se disipan al ver la calidez y cariño con que se recibe. 2 momentos que recuerda con especial cariño son el haber podido compartir trabajo y día a día durante un tiempo con su hermana, que la acompañó en una de sus primeras colecciones, y el viaje a Formentera con Mònica y Veronica. estos viajes siempre son experiencias extraordinarias, pero el de Formentera supuso un punto de inflexión para ella, a la vez que una bocanada de aire que necesitaba.
antes de despedirme, le hago esas preguntas personales de respuesta rápida que tanto me gusta formular porque, a mí entender, hablan mucho de la persona:
- una recomendación musical (canción, álbum o grupo): ahora mismo estoy escuchando mucho Hallelujah, de Jeff Buckley
- el momento favorito del día: la mañana
- un destino para viajar: París, una ciudad a la que siempre volvería
- un lugar favorito de Sant Cugat: la Plaça Barcelona, una plaza bonita, tranquila, con plataneros
- un olor: el jazmín
- una afición: cuidar las plantas del jardín, me relaja muchísimo
- una virtud que valores en una persona: la fidelidad a los propios principios
- un sueño: viajar a un país exótico y aprender a tocar la guitarra
espero en la estación de los ferrocarriles para volver a casa relajada. compartir una mañana con ella en su estudio ha sido un regalo. escucharla hablar de su proyecto, de cómo ha tenido que aprender un poco de todo a medida que este iba creciendo, de las dudas y tropiezos que surgen en el camino, así como de las personas que te encuentras y de los aprendizajes que haces… constato que no existe el negocio o el proyecto perfecto, que todo tiene su cara B, sus momentos difíciles, pero que se lleva mucho mejor si lo que haces te mueve por dentro. y, quizás lo más importante, que en los proyectos, como en la vida, no hay nada fijo; que hay que saber escucharse y ver lo que pide el cuerpo, girar, si hace falta girar, parar o dar un salto adelante. la verdad es que siento que he ganado mucho esta mañana.
feliz martes!
Me encanta el trabajo de Caterina Pérez.