…quedarte dormida cogida de su mano; ver cómo los días poco a poco empiezan a alargarse; una ducha bien caliente con la luz de las velas antes de acostarte; saber que, tras más de 6 meses a la espera de respuesta de un taller, podrás utilizar la cámara analógica de tu padre, la que siempre había dicho que sería para ti; comprobar con los dedos la humedad en la tierra de las plantas, regarlas con cuidado; el olor a sábanas limpias al entrar en la cama; 15 minutos de yoga antes de empezar la mañana; cruzar las piernas, cerrar los ojos, apagar el ruido externo y estar unos minutos a solas contigo; masajearte los pies con crema hidratante antes de meterte en la cama; ir por la calle y entrecerrar los ojos porque el sol tenue de invierno te cubre de arriba abajo; envolver libros con cariño y preparar pedidos; las salidas a Correos para mandar un pedido; charlar con alguien por primera vez y descubrir que había conocido y trabajado con tu padre, y escuchar cómo se le rompe la voz mientras te habla de él; que te siga diciendo que eres preciosa aunque los dos sabéis que tu aspecto hace muchos días que ha desmejorado; hacerte una bolita a su lado y acurrucarte en su pecho mientras te abraza fuerte con los dos brazos; el ratito de lectura en la cama antes de apagar las luces; sentirte con la confianza de contar cosas de las que no sueles hablar a una amiga y tener la certeza de que no te está juzgando; mensajes de personas que han comprado tu libro que te dicen que les ha inspirado y motivado; los sábados por la tarde mirando una película a su lado en el sofá; tener la tranquilidad de poder llorar sin que te pregunte, sin que te pida explicaciones, sin que te consuele… simplemente abrazándote y estando ahí, contigo; escuchar canciones que te trasladan a momentos muy bonitos; ser más coherente entre el dentro y el fuera, decir lo que piensas, lo que sientes, sentirte más honesta contigo misma y, sobre todo, más libre; recibir correos y mensajes de personas desconocidas y saber que, con tus palabras, has tocado a alguien; descubrir los porqués de otros emprendedores y sentirte identificada; frases que generan un impacto en ti; hacer algo con cariño y que los demás lo disfruten; escuchar su tono despreocupado y feliz un viernes por la noche, que te llama desde Londres porque le apetece hablar contigo, y reírte con sus batallitas mientras le «haces compañía» mientras cena; encontrar un nuevo lugar que te transmite, que te llega, y tener la suerte de poder ir a tomar un chai tea a menudo; poder disfrutar de un rato largo con tu madre, solo para las dos y que te cuente todo lo que le ha pasado mientras tú estabas en modo ermitaño; tener la tranquilidad, mientras está en casa, de que puedes relajarte, que ella se ocupa de todo; observar cómo caen los copos de nieve desde la ventana; sentir que, aunque tienes miedo, no entiendes qué ocurre y vas a ciegas, estás dando los pasos que sientes que tienes que dar, estás escuchándote y haciendo lo que sientes más adecuado a cada momento; recordar que todo pasa.
a menudo se me olvida el gran poder de este ejercicio. ahora que el malestar y el dolor han aparecido con fuerza, estas pequeñas cosas cobran más importancia que nunca, pequeñas treguas a lo largo del día que te permiten respirar y sentir que todavía hay mucha belleza a nuestro alrededor y mucho por lo que sentirse agradecida.
Cuídate y mucho ánimo, eres muy fuerte!!!!
Un abrazo.
Naza