teresa carles

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Habíamos pasado por enfrente 20.000 veces; siempre había gente esperando, tanto dentro como en la misma calle. Cada vez que lo veíamos repetíamos que queríamos venir a comer un día y, como tantas otras cosas, no lo habíamos hecho aún. Y es que Barcelona tiene esto: hay tantísima oferta, tantos planes por hacer, tantos sitios a los que ir, probar, visitar,… que es muy difícil imposible hacerlo todo en poco tiempo. Y menos si eres algo parecido a mí, que quiero estar en todas partes, conocerlo y verlo todo. Para eso está mi interminable lista de «sitios para ir», para irla aumentando cada día… pero bueno, esta es otra historia.


Cuando la semana pasada decidimos que iríamos a la World Press Photo, vimos la ocasión perfecta para comer primero allí. Llamamos a eso de las 12h para reservar… y ya estaba lleno! Nos apuntaron en lista de espera para las 15h.

Llegamos a las 14.55h y nuestra mesa estaba preparada. Bien! No me apetecía nada ponerme a dar vueltas y buscar un lugar a esas horas, había hambre.

Nada más entrar, un olor diferente. A comida, sí, pero no el típico olor a comida de  restaurante. Supongo que el hecho de que sea vegetariano influye.

El espacio es muy agradable. Grande, sin duda, mucho más de lo que parece des del exterior, pero no una sala larga llena de mesas; 3 salas diferentes, con rinconcitos y espacios acogedores, con el ladrillo a la vista y un arco en la entrada bien bonito. Las mesas, sillas y bancos, funcionales; de madera y chapa metálica.

teresa carles


La carta…mmm… un mundo aparte. Una propuesta sana y familiar pero, sin duda, innovadora. Con platos de aquí pero alguna influencia de allá, como la ensalada de algas marinas, y con una oferta amplísima apta para vegetarianos, veganos y celíacos (y carnívoros como nosotros a los que les gusta probar cosas nuevas). Después de leerla como unas 5 veces y sin tenerlo claro todavía por el sinfín de opciones que había, decidimos compartir unas croquetas como entrante, y escoger un risotto de avena con espinacas, espárragos, calabacines, queso y ralladura de piel de limón, Rícard, y un canelón XXL de gírgolas, champiñones, boletus y shitake, yo. Comimos súper bien. Se confirmó lo que se intuía, una comida casera de alta calidad, con ingredientes frescos y de proximidad, hecha con esmero y cariño. Las croquetas (de espinacas, setas, calabaza con brie, alcachofas con roquefort y queso – una de cada -), especialmente logradas, cada cual más buena. Y, de postre, un coulant de chocolate con helado de vainilla y chocolate deshecho por encima, que el coulant no entiende de dietas. Para acompañar todo esto, dos copas de vino y una botella de agua natural. En total 44€. No es barato, cierto, pero nos han salido mucho más caras otras comidas de 15€ por persona.

teresa carles

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Me quedo con las ganas de probar su brunch. Con una carta igualmente sabrosa y apetecible, me da la sensación que tiene que ser una experiencia que merece la pena. Para comerlo quizás en la mesa grande que hay en la entrada, entre parte de su cocina (donde preparan las ensaladas, desayunos, zumos…) y la pequeña muestra de aceites, mermeladas, aceitunas y demás que vienen directos de Becaire d’Urgell. Desayunar (brunchear?) allí, hojeando el periódico y mirando el vaivén de gente que pasa por la calle a través de sus grandes cristaleras me parece una excelente manera de empezar el fin de semana. Pero esto lo dejo para otro momento, lo añado a mi lista y salgo de ahí con el estómago lleno y una sonrisa bien grande. 



. dirección: c/ Jovellanos, 2 (entre Pelayo y Tallers), metros L1 y L2 Universitat 
. horario: todos los días, de 9h a 23.30h (brunch, de 9h a 14h y carta, de 12h a 23.30h)
. más información: http://www.teresacarles.com

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