hacer una o varias pausas durante el día para tomar un café y un dulce; vaciar nuestras casas del desorden y de la acumulación de cosas que bloquean física y mentalmente y nos distraen de la calma que proveen nuestros hogares; rodearnos de objetos que, además de funcionales, sean bonitos y nos hagan felices; introducir elementos de la naturaleza en casa, ya sean conchas que hemos recogido en la playa, ramas o flores secas de un paseo por el bosque, una piedra que nos llamó la atención, plantas… cosas que nos hagan sentir más en sintonía con nosotros y con la naturaleza; apostar por tener menos posesiones pero más duraderas y de más calidad, que no tiene nada que ver con que sean de una marca específica; utilizar materiales como la madera, la cerámica, el cuero, la piedra, el metal… materiales naturales; apostar por los objetos que están hechos con integridad versus la compra rápida y el «lo necesito ya».
preparar un plato sencillo y nutritivo, no hace falta impresionar a nadie con recetas súper elaboradas y exquisitas: un sandwich, un bol de arroz, una tostada, una ensalada sabrosa con productos de temporada… platos simples hechos con cariño. crear espacios para sentirnos relajados, cómodos y bienvenidos; hacer un picnic en un parque o en la playa. permitirte ser vulnerable y honesta mostrando también tus imperfecciones, deshacernos de la idea de que todo tiene que estar perfecto cuando viene gente a casa, de que los invitados tienen que encontrarlo todo hecho. escuchar más que hablar, ser atentos y generosos, esto es lo mejor que podemos ofrecer a cualquier persona.
invertir en una actividad que haga que empieces el día sintiéndote bien, ya sea un baño en el mar, un paseo, escribir en un diario, escuchar música o leer un rato; bajar el ritmo, que no es otra cosa que reajustar nuestras expectativas sobre todo lo que nos cabe en un día.
estas sugerencias y muchas otras son las que recoge Julie Pointer Adams en su libro Wabi-Sabi Welcome, un bonito recordatorio sobre la importancia de apreciar la belleza que nos rodea, de disfrutar de los encuentros con amigos y familiares, de aprender a relativizar, a entender que todo está bien, a agarrarnos a lo que es esencial y olvidar el resto. un libro que invita a vivir una vida consciente, creando el tiempo y el espacio para respirar, bajar el ritmo y dedicar tiempo a lo que nos llena.
el wabi sabi es una manera de entender y vivir la vida que, en esencia, trata de aprender a prestar mejor atención y apreciar las cosas que generalmente pasan desapercibidas. es una práctica diaria de meditación, de ver lo que nos rodea con más claridad. si conseguimos apagar el ruido exterior podemos ver la belleza abundante que nos rodea. se trata de vivir más simplemente y de abrazar las imperfecciones de la vida.
Julie fue la encargada, entre otras cosas, de organizar las cenas de la revista Kinfolk que se celebraron varios años en muchos países del mundo. disfruta enormemente creando estos espacios de comunidad alrededor de una mesa y, gracias a su trabajo para Kinfolk pudo organizar innumerables eventos en países con culturas y tradiciones muy diferentes. en su libro, hace un recorrido por Japón, Dinamarca, California, Francia e Italia, mostrando las características de cada lugar desde una filosofía wabi-sabi. el libro es una mezcla de sus reflexiones y experiencias y de las fotografías tan bellas, modestas y llenas de fuerza que realizó en cada uno de esos lugares, todas hechas en cámara analógica, sin posibilidad de edición, de «perfeccionarlas». al final de cada capítulo, además, incluye 3 o 4 recetas sencillas de cada país.
en estos días de pausa de todo, de reposo y recogimiento, leer este libro y mirar detenidamente sus fotografías ha sido un regalo precioso y me ha apetecido compartirlo aquí.
pare down to the essence, but don’t remove the poetry
-Leonard Koren-
{todas las fotografías son de Julie Pointer Adams}
Dentro de nuestro slowlife está el ver los post -a veces- muy, muy tarde.
Precioso.