mi camino en el embarazo…

cuánto me ha costado sentarme a escribir este post. la cantidad de pensamientos ambivalentes que cruzan mi mente en los últimos meses es tan grande! en relación al blog está mi necesidad de escribir, que me ayuda a vaciar la cabeza, a ordenarme y a ver mis cavilaciones con más claridad y distancia. por otro lado, no obstante, también está el temor a enfrentarme a estos pensamientos tan contradictorios y sin sentido aparente, y la tarea de desenredarlos y conseguir que tengan alguna coherencia a menudo se me hace demasiado difícil.

he escrito estos meses, creo que ya no sé funcionar sin hacerlo, he escrito para mí. he cogido mi libreta y he abocado toda la locura de mi cabeza, frases inconexas sobre lo que estaba viviendo, cómo me sentía, lo que me preocupaba, lo que me gustaría. y esto aliviaba; era como si, en el momento de trasladarlo al papel, pesara menos en mi pecho y en mi cabeza. desde Navidad, esa necesidad de compartirlo también aquí ha ido creciendo, pero el conseguir ser entendible, tener alguna lógica en mi exposición, me ha frenado cada vez. porque lo cierto es que nunca había tenido tanta sensación de irracionalidad como hasta ahora; tantos pensamientos en todas direcciones, tantas emociones aparentemente contradictorias, tantos pensamientos y emociones eclosionando a la vez.

cuando me siento removida me cuesta ver nada con claridad. en los momentos de serenidad que vivo, sin embargo, y que también son muchos, estoy constatando cosas que no había experimentado con tanta firmeza como hasta ahora y recordando algunas otras que creía ya integradas:

las emociones no son excluyentes. puedo sentirme vulnerable y sentir que dentro de esa vulnerabilidad hay fortaleza; puedo sentirme ilusionada y asustada; feliz y triste; enfadada, frustrada, decepcionada, sobrepasada… y agradecida, todo a la vez.

los planes y las ideas son solo eso, planes e ideas. la realidad es la que tiene fuerza y es la que hay que atender y cuidar. al inicio del embarazo pensé que me gustaría compartir mi vivencia personal en este espacio, hacer como una especie de diario en el que ir escribiendo lo que acontecía. la realidad ha sido que siento mucha necesidad de estar hacia dentro; que hay tanto que está pasando en mí que mi energía está enfocada en esto, no me quedan fuerzas ni ganas para construir un discurso coherente y comprensible. muchas semanas pensé: “esta es la que voy a empezar a escribir, la que voy a compartir” y después sentía que no podía hacerlo, que estaba bloqueada y agotada, y que lo único que quería era recluirme en mí. al principio sentía mucha frustración y sensación de fracaso por no ser capaz siquiera de escribir un post, pero, cuando aprendí a soltar esa idea que me había hecho, pude empezar a vivir el proceso con más presencia y paz, aceptando lo que había. y esta mañana, después de desayunar, me he sentado delante del ordenador y he empezado a escribir sin más. como este ejemplo, intrascendente, muchos más.

muy relacionado con el anterior, constato una vez más que no existe tal cosa como “esto (esto siendo el embarazo, el independizarse de casa de los padres, el mudarse de país, de trabajo, de casa…, cualquier cosa) es así”. cada vivencia es única y personal, y todas están bien. aferrándome a lo que yo creía que tenía que ser, a cómo creía que tenía que vivir mi embarazo y a cómo creía que se esperaba de mí que lo viviera, me he sentido frustrada, triste, fracasada y decepcionada conmigo misma. y en algún momento, no sé si por hartazgo o porque finalmente lo comprendí, algo hizo click internamente. me di cuenta de que este está siendo mi proceso, mi vivencia, y que juzgarlo y compararlo no me hace ningún bien. cada vez que me sentía mal empecé a preguntarme “qué necesito ahora?” y, de este modo, empecé a sintonizar más conmigo, a agudizar el oído interno y a sentirme más calmada, más en mí otra vez. centrarme en mi proceso sin juzgarlo (aceptarlo, en definitiva) me permite escucharme, atenderme y vivirlo desde la serenidad porque ya no hay la lucha interna constante entre lo que es y lo que pienso que debería ser. y mentiría si dijera que ahora ya no hay lucha ni desbordamiento, los hay, pero la intensidad y la duración han disminuido porque ahora puedo conectar más rápido conmigo y con lo que necesito en lugar de seguir batallando contra mí.

algo que me está ayudando mucho a escucharme es bajar persianas, poner una barrera con el “fuera”. me cuesta sentirme en paz con mis turbulencias internas si estoy expuesta continuamente a las vidas de los demás; me cuesta identificar y escuchar mis necesidades si estoy en conversación constante con otras personas, respondiendo whatsapps, mensajes y correos, mezclando las demandas externas con las propias. creo que algún día sí podré hacerlo, pero ahora todavía no de modo que, cuando me siento especialmente abrumada o vulnerable, apago el móvil y me desconecto de redes; automáticamente me puedo escuchar mejor, atenderme y volver a sentirme en mi lugar. cuando yo no estoy bien, cuando me siento agobiada por mi situación o sobrepasada por algo, no puedo estar por el otro: no puedo escuchar como se merece, no puedo estar como se merece y, una de dos: o lo hago igualmente con un gran sobreesfuerzo, sintiéndome entonces más sobrepasada, más abrumada y más desenergizada o, lo que me hace sentir aún peor, la necesidad del otro queda colgada en el aire, sin nadie al otro lado que la recoja. he comprobado que, en mí, es mejor no hablar, no estar, hasta que esté en disposición de hacerlo.

no hay que intentar cambiar nada, la conciencia y la aceptación son el cambio. hace unas semanas estuve en Barcelona y tuve tres crisis importantes: situaciones cotidianas detonaron una reacción en mí muy desmesurada. sentía que me estaba ahogando en un mar oscuro y que no podía hacer nada para evitarlo, que mi vida no tenía sentido. mi madre estaba conmigo cuando ocurrió y nos dimos cuenta de que así era como me sentía un tiempo después de fallecer mi padre, cuando entré en depresión. volver ahí, a esa época que para mí fue muy difícil, me da pavor; cuando empiezo a sentir emociones que me recuerdan a entonces, me asusto y normalmente las agravo porque me pongo a luchar desesperadamente contra ellas consiguiendo que se hagan más presentes. al tomar conciencia de que algunas situaciones simplemente activaban esas mismas emociones y memorias pasadas, las emociones dejaron de tener esa fuerza tan brutal, disminuyó su poder. y aceptarlas, no entrar en un: “no, no, no, no” cuando veo que asoman, también les resta potencia. todavía entro en ellas, pero hay una voz bajita que me dice que son solo eso, emociones transitorias, que están ahí para que las vea y tome conciencia de que forman parte de mi historia, pero que no soy yo. no sé si logro explicar muy bien lo que quiero decir, es lo mejor que sé hacerlo.

pido ayuda y digo lo que necesito cuando lo sé y, cuando no lo sé, digo que no lo sé, pero que lo diré en el momento en que lo sepa. hablo con Carlota sin tapujos sobre cómo me siento porque sé que es un espacio seguro para mí, que no me juzga; o con Ade, o con Laura, o con Cris… hablo con ellas cuando necesito hacerlo. le hago 1000 preguntas a Sílvia sobre maternidad y cachibaches que deberíamos tener cuando llegue el bebé. llamo a mi madre cada vez que lo necesito y tengo la grandísima suerte de que está ahí, siempre está ahí, y me escucha y me arropa y no me juzga y no me dice lo que tengo que hacer ni me da consejo si no se lo pido. cuando estoy en Barcelona me dejo tratar como una hija, dejo que me cuide y cada gesto suyo es una caricia que me recompone y me sana un poquito más. en casa dejo que rícard asuma tareas que hacía yo o, si estoy demasiado cansada para hacer algo, lo digo. le pido un abrazo cada vez que quiero uno, le digo que lo quiero con toda mi alma y que me siento loca, y que necesito estar sola y con gente, que necesito tenerlo cerquita y que me dé mi espacio… expreso lo que necesito cuando lo necesito. y lo vivo con culpa cada vez, y cada vez me planteo si, esforzándome un poco más, no podría hacerlo yo, y me doy cuenta de que me siento más cómoda dando que recibiendo y, cuando la culpa pesa demasiado, entonces lo hago (lo que sea) yo, pero está bien para mí tomar conciencia de ello y jugar en cierto modo, ver hasta dónde puedo tolerar la culpa, ver qué cosas soy capaz de aceptar que antes no podía y aprender de verdad, sintiéndolo internamente, que está bien dejarse ayudar, que nadie puede hacerlo todo solo.

 

no era este el post que pensaba hace unos meses; es el que sale ahora, en el punto en que me encuentro, y es más honesto que si me hubiera ceñido a mi idea original así que, solo por eso, me siento satisfecha de haberlo compartido.

4 Comments

  • Olatz
    Como me ha gustado leerte, y con cuantas emociones que describes me siento identificada Anna. El embarazo es el estado puro de la vida, y nunca sabemos lo que nos va a deparar la vida... Me gusta como afrontas las diferentes situaciones y me haces reflexionar: eres una inspiración maravillosa. Gracias una vez mas Anna. Un beso.
    • drimvic
      y a mí me ha gustado mucho leerte ahora; "el embarazo es el estado puro de la vida, y nunca sabemos lo que nos va a deparar la vida"… creo que es esto. gracias, Olatz, un abrazo enorme ***
  • amparo
    que bonito Anna. Me ha alegrado mucho el saber de tu embarazo, de esa nueva etapa de vida. Descubrir cada dia la vida, te ayuda a entenderla. Unbeso
    • drimvic
      gràcies, Amparo, inicio nova etapa amb una mica de nervis i molta il·lusió :) t'envio una abraçada ben forta ***

Leave a comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.